sábado, 10 de febrero de 2007

¿Escribir para niños? ...no gracias

Tomar la decisión de llamarte escritor equivale a infinidad de horas de cuestionamientos sobre si no estarás echando a perder tu vida a costa de unas cuantas letras y signos de puntuación, que así como cobran vida en el papel, al instante desaparecen devoradas por una taza de café derramada o por un charco de lodo en la esquina de tu casa. No obstante, la palabra escritor posee en sí misma una carga intelectual implacable, un eco sonante que concede miradas de aprobación en selectos grupos de personas.
¿Eres escritora? Me preguntó una vez una amiga de mi mamá mientras se oían fanfarrias de fondo, y…¿qué escribes? Novelas para niños, respondí orgullosa. El sonido de las fanfarrias se frenó de improviso, busqué a mi alrededor al trompetista ¿le habrá dado un ataque al corazón?, ¿se encontrará a punto de estornudar?, ¿se estará rascando el dedo meñique del pie izquierdo? Tardé varios segundos en comprender que el asunto era algo más simple, se trataba, sin duda alguna, de mi obtusa mención sobre los niños.
“Qué lindo”, me respondió con una sonrisa mecánica para después rematar: mi hija es arquitecta. Ví al trompetista huir a toda velocidad mientras un volcán hacía erupción en medio de las dos.
¿Por qué será que escribir para niños se considera un acto inferior? ¿Será una cuestión matemática: a mayor edad del lector mayor calidad del escritor? ¿O tendrá que ver con la extensión: a menor estatura del lector menor esfuerzo del escritor? Me hice estas preguntas después de sobrevivir el desplazamiento de lava que culminó mi encuentro con la amiga de mi mamá. En cuanto llegué a la casa me preparé una leche con chocolate caliente y me senté a trabajar en la novela “para niños” que hace poco comencé.
“Escribir para niños es extremadamente difícil” dijo en entrevista Mark Haddon, autor del libro El curioso incidente del perro a la media noche, un libro publicado en dos idénticas versiones con dos distintas portadas, una para adultos y otra para adolescentes, “los libros de niños son tan complejos como los de adultos y por lo mismo deben ser tratados con el mismo respeto”
Sin embargo, existe quien no piensa así, quien pretende que escribir una historia para niños es como jugar a la pelota, tan simple que cualquiera lo puede hacer, o peor…tan educativo que es casi una obligación para las personalidades de moda (pensemos en Madonna)
Lo cierto es que escribir para niños no es una decisión que uno toma con anterioridad, se podría decir que brota naturalmente del interior del escritor cuando éste se sienta ante la hoja en blanco. Es más, proponerse deliberadamente escribir para niños conlleva a una mala literatura. Si se comienza imaginando al niño de fuera la historia probablemente será hueca, el lenguaje soso y los personajes artificiales. No se escribe para los niños ajenos, se escribe para nuestro niño interno.
La mía tiene doce años, y no me refiero a mi hija, sino a la edad de mi niño interno que aparece cada vez que me siento a escribir.
Literalmente me pongo en sus zapatos, siento las hormonas de la adolescencia expandirse por mis axilas, la pereza de estudiar, el terror a la luna llena; escribo ahora lo que no logré sintetizar en palabras veinte años atrás, escribo para mi, por una necesidad propia, sin ninguna intención de moralizar, educar o enseñar.
Escribo para niños porque me sienta bien, y eso me convierte en una escritora, aunque no escuche fanfarrias.

4 comentarios:

José Hamra Sassón dijo...

Y me quedo pensando... ¿será que sólo los escritores de literatura infantil están subvaluados? Quien se dedica a las letras (no importa el tamaño ni la forma) acaba siendo marginado por un sistema de valores voraz que acaba condenando, la gran mayoría de las veces, a los escritores a una dura lucha por un mínimo reconocimiento social a su trabajo. Y en ese mismo rubro, supongo que el trabajo intelectual acompaña estos cuestionamientos.
Saludos,

José

Tamar Cohen dijo...

Tienes razón José, esa lucha por un mínimo reconocimiento es algo muy frustrante. Y cuando al fin se consigue de un ser capaz y querido, la gratificación es enorme. Así que sigue alabando mis escritos. Es muy reconfortante. Gracias.

Unknown dijo...

Han pasado muchos años y muchos libros desde que leí "El principito". Hoy sigue estando entre mis favoritos y dudo que sea fácil de superar. Asi lo piensa también mi hija de 7 años, que lo leyó hace ya dos.

No estamos, tristemente, en el sitio donde el trabajo intelectual (el que sea) se valore de manera adecuada. La paga no se da por tanto, en términos de riqueza, fama o poder.
Creo que lo dices fuerte y claro. Escribes para tí misma, buscando en ello lás respuestas que no podrás encontrar en ninguna otra parte, el niño de doce años que lleva veinte o treinta extraviado en tu interior. Cuando lo encuentras y le cuentas un cuento, (o tal vez él te lo cuenta a tí), la verdadera paga te transforma en el ser más rico del planeta.
El zorro.

Hasta aquí por hoy, te sigo leyendo estos días. Gracias por compartirte.

Anónimo dijo...

Tamar:
Me fascina que escribas para adultos. Disfruto muchísimo cada uno de tus cuentos, pero me va a hacer muy feliz que mis hijas crezcan leyéndote.
No abandones al público infantil, ellos son el futuro.
Y sabes,... pinches arquitectas!!! A quien carajos les importan!!!
Besos. Te quiero mucho.